Mester de Juglaria
Mester de juglaría era la poesía de los juglares castellanos medievales, cuyo arte se apoyaba en la tradición oral y en las gestas. Aunque floreció en los siglos XII y XIII, también se producen algunas muestras durante el siglo XIV, pero se fue perdiendo con el Renacimiento. A diferencia del Mester de clerecía, los temas se relacionaban con las gestas, a las que se imbuía un carácter mitológico.
La versificación empleada en este género era irregular, cultivando sobre todo la poesía lírica, dramática y narrativa, siempre con el apoyo del canto recitativo. El género del Mester de juglaría tiene como exponente y obra cumbre al Cantar del Mío Cid.
A lo largo de toda la Edad Media, los juglares constituyeron un importantísimo elemento de difusión de la cultura. De hecho, debido a que los libros (que fueron manuscritos hasta la invención de la imprenta) solo estaban accesibles para las elites, los juglares se erigían como el único medio disponible para las clases menos favorecidas.
Los juglares, que eran habitualmente rapsodas (recitadores de versos), se diferenciaban de los trovadores en que no componían los versos que recitaban. Su actividad la realizaban en público, y los temas eran generalmente los cantares de gesta y otros poemas de tipo lírico, como los romances. Pero no sólo se limitaban a recitar, pues los juglares sabían tocar instrumentos musicales, y solían acompañar con ellos sus actuaciones; también cantaban, bailaban, y hacían números circenses y juegos malabares.
Socialmente, los juglares tuvieron distinta consideración: eran apreciados en algunas cortes, pero también fueron reprimidos por parte de la Iglesia y de los reyes. Los cambios sociales y culturales que se comenzaron a manifestar a mediados del siglo XV hizo que sus actividades comenzaran a decaer, abriéndose el camino al humanismo renacentista.
Mester de clerecia
A la par del mester de Juglaría, en la Edad Media española, apareció una actividad poética religiosa, que se llamó mester de clerecía, pues eran producciones realizadas por clérigos y gente culta.
Mester de Clerecía (del latín ministerium) significa oficio propio de clérigos. Ahora bien, debemos de tener en cuenta que por clérigo hay que entender también al hombre culto que ha recibido educación latino-eclesiástica, ya que el saber se había refugiado en los monasterios. En este sentido, clérigo se oponía a caballero. Salvador Miguel define esta escuela como "un movimiento literario de poesía narrativa, de carácter culto e intención, a la par, didáctica y amena, que se desarrolla en España, aunque localizada fundamentalmente en el reino castellano, desde el siglo XIII hasta comienzos del XV (el "Rimado de Palacio" se finaliza hacia 1403), y que, si coexiste cierto tiempo con el mester de juglaría, presenta, no obstante, características concretas y propias”
Principales Características
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Mester de Clerecía (del latín ministerium) significa oficio propio de clérigos. Ahora bien, debemos de tener en cuenta que por clérigo hay que entender también al hombre culto que ha recibido educación latino-eclesiástica, ya que el
Una de las notas caracterizadoras y esenciales del mester de clerecía es el apego a unas fuentes escritas, que se citan constantemente como autoridad. A veces, el autor se sirve de un solo texto como base, pero otras veces reelabora diversas obras. El lugar preferente entre estas obras que utilizan los clérigos, lo ocupa la Biblia, pero también se basan en textos latinos, y a veces en fuentes romances, especialmente francesas y españolas.
Al ceñirse a un texto erudito, los temas carecían de originalidad, que trataba de suplirse a través de los recursos retóricos que se encontraban enumerándose las "Artes poéticas" de la época.
Precisamente la temática constituye un elemento de diferenciación con respecto al mester de juglaría pues la épica sólo desarrollaba temas de tipo histórico, mientras que los poemas de clerecía responden a una temática más variada, que va desde los temas religiosos (Litúrgicos, hagiográficos, doctrinales, marianos) , ascéticos y didácticos, a los legendarios e incluso amorosos. El "Poema de Fernán González" es la única obra de clerecía cuya temática se refiere a la historia castellana. Nos encontramos, por lo tanto, ante unos temas eruditos, de cuyo significado y valor cultural muestran clara conciencia los poetas.
La métrica constituye también uno de los elementos caracterizadores de la clerecía. La estrofa que se usa es la cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo, que está compuesta por cuatro versos alejandrinos (de catorce sílabas) monorrimos, con rima consonante y divididos en dos hemistiquios. Se ha discutido mucho sobre el origen francés del verso alejandrino. Deyermond considera que no sólo la métrica pudo provenir de Francia, sino también otros elementos lingüísticos y conceptuales.
De cualquier forma, aparecen bastantes irregularidades métricas en los poemas, y en ellos se apoyan Menéndez Pidal y Henríquez Ureña para aproximar el mester de clerecía al de juglaría. Sin embargo, estos fallos también pueden explicarse por la descuidada transmisión juglaresca, ya que no se nos ha conservado ni un sólo manuscrito autógrafo. En este sentido, destaca Salvador Miguel, que ya en el siglo XIV, la métrica pierde la rigidez que había tenido en el XIII y aparecen formas más líricas y de metro más corto o más largo, a veces.
Otro elemento que distingue clerecía y juglaría es el de la diferente intencionalidad, pues la del mester de clerecía es ante todo didáctico-moral, aunque sin excluir por completo el entretenimiento.
Sin embargo, a pesar de estas diferencias expuestas, clerecía y juglaría no son dos mesteres tan opuestos, pues ya Menéndez Pidal había señalado ciertas analogías entre ambos movimientos, como las llamadas de atención a los oyentes, el tono narrativo-oral o la utilización por parte de los clérigos de epítetos épicos, semejanzas que Menéndez Pidal explica por el largo período de tiempo durante el cual convivieron ambos mesteres o también por el público al que iba dirigido, pues según este investigador era el mismo para quien cantan los juglares. Por su parte Díez Borque considera que aunque se trata de una poesía que en su origen no es popular, va dirigida al pueblo, por lo que en el clérigo hay una voluntaria vulgarización para acomodarse al gusto popular, y López Estrada resume con las siguientes palabras esta dualidad que va a darse en la clerecía: "El arte de clerecía hubo de ser popular o aparentarlo, porque su fin era valerse de la lengua común para tratar de asuntos moralizadores (...). Sin embargo, el arte de clerecía intentó ser culto en cuanto a la intención, autoridad de las fuentes usadas, y a la técnica de la expresión, que enriqueció con la adaptación de una retórica a tono con los asuntos, de forma que quedara lo más cerca posible del latín".
En cuanto al lenguaje, pretende ser más cuidado y selecto que el de los juglares, pero con el fin de acercarse a la mentalidad del pueblo, el poeta utiliza con bastante frecuencia expresiones sencillas y familiares, e incluso a veces vulgares, aunque como nos recuerda Lapesa, los poetas del mester eran hombres doctos, con saber suficiente para tomar de textos latinos los asuntos de sus poemas, ya fueran leyendas piadosas, y narraciones relativas a la antigüedad pagana. Es natural que en sus escritos se refleje el conocimiento del latín en abundantes cultismos.
Por otra parte, al ser la temática más variada, también el léxico era más amplio que el de los juglares épicos, y en las descripciones aparecen escenas vivas y concretas de la realidad con abundancia de comparaciones.
PRINCIPALES OBRAS DEL MESTER DE CLERECIA. SIGLOXIII.
IBRO DE APOLONIO.
Es una obra compuesta de 656 estrofas que relatan las complicadas peripecias y aventuras del rey Apolonio de Tiro, en la línea de la novela bizantina. Se conserva en un códice de la Biblioteca de El Escorial (el mismo que contiene la "Vida de Santa María Egipciaca" y el "Libro deis tres Reys d'Orient", que algunos consideran por su temática, aunque no por su forma, pertenecientes a esta escuela del mester de clerecía). La datación de la obra se considera de hacia la mitad del siglo XIII.
Se desconoce el nombre del autor y su origen, pero se piensa en un clérigo por el carácter culto de la obra y su espíritu moralizador, ya que el poema muestra la recompensa de la virtud, y el desenlace constituye para el héroe y su familia un premio no a su fuerza e inteligencia, sino a su constante virtud y confianza en Dios.
Como el tema de Apolonio fue abundante en la literatura medieval, es difícil precisar las fuentes del poema español. En el siglo X (el original debe ser de los siglos V Y VI) se encuentra el manuscrito de una obra, "Historia Apollonii regis Tyri", que desarrolla la leyenda con amplitud y que circuló profusamente por Europa. Del siglo XI hay otra versión latina, la "Gesta Apollonii". Aunque con la que tiene mayores coincidencias es con la "Historia Apollonii regis Tyri". Díez Borque dice que la estructura de esta obra puede determinarse en torno a tres elementos: Protagonista, aventuras, finalidad. El personaje central (protagonista) da unidad a la obra y en él inciden los restantes personajes y aventuras. También los otros dos elementos (la aventura del héroe y la lección moral que se desprende de su actuación) contribuyen a dar unidad a la obra.
El poeta tiende a hacer los hechos más familiares al público de la época y a veces crea animados cuadros de costumbres medievales castellanas. El autor revela una habilidad narrativa superior a la de todos los demás poetas de clerecía, pero para evitarle al lector la monotonía de la simple narración, se sirve de la descripción y del diálogo para avivar el relato. Concretamente el diálogo consigue momentos de intensidad con cierta habilidad en la dramatización. Además, cabría destacar el valor de algunos soliloquios que sirven para intensificar la acción, manteniendo la atención del auditorio. Por lo que se refiere a la métrica, se maneja el alejandrino con cierta flexibilidad, pero abundan las irregularidades en la rima.
2.2. LIBRO DE ALEXANDRE.
El poema narra la historia de Alejandro de Macedonia, siendo el núcleo central de la obra las hazañas bélicas del protagonista después de su coronación, con una gran insistencia en el ansia de saber de Alexandre.
El poema se conserva en dos manuscritos:
a) De la Biblioteca Nacional de Madrid. Copiado a fines del XIII o principios del XIV y su lengua contiene buen número de leonesismos.
b) De la Biblioteca Nacional de París. Es una copia del siglo XV con diversos aragonesismos. A pesar de ser más reciente que el anterior, este manuscrito tiene mayor relación con el original por la mayor fidelidad a las fuentes y la mejor conservación de la medida de los versos.
Los dos códices están incompletos, pero la numeración combinada de ambos da un total de 2.675 estrofas, lo que hace de la obra la más extensa del mester de clerecía.
La autoría plantea una serie de problemas, ya que en la última estrofa del manuscrito de Madrid el poema se atribuye a Juan Lorenzo Segura de Astorga, mientras que en la última estrofa del manuscrito de París se le atribuye a Gonzalo de Berceo. La autoría por parte de un clérigo vendría demostrada por el manejo de fuentes latinas y francesas, y el deseo de mostrar cultura por su conciencia de dignidad literaria. Hasta hace poco tiempo la mayoría de los estudiosos aceptaban la idea de Alarcos Llorach que pensaba que ninguno de los dos nombres citados correspondían al autor, sino que se trataba de un éxplicit final añadido por el copista; sin embargo, actualmente hay críticas que proponen que el autor es Berceo; sin embargo, hay una serie de dificultades todavía no resueltas para considerar totalmente exacta esta suposición.
En cuanto a las diversas opiniones respecto a la datación, desde T. A. Sánchez, la opinión más generalizada sostiene que el original tuvo que ser redactado a finales de la primera mitad del XIII, y sería anterior al "Poema de Fernán González", cuyo autor conoce la obra y la utiliza en varios casos.
Los relatos medievales en torno a la figura de Alejandro Magno provienen del libro de aventura denominado "Pseudo-Callistenes", compuesto en Egipto hacia el siglo II a. C., y entroncan con una remota tradición más o menos histórica cuyo más destacado representante es Quinto Curcio, pues durante la Edad Media se desconoció un enfoque objetivo de este personaje.
El poema español se inspira especialmente en el "Alexandreis", escrito en hexámetros latinos por Gautier de Hatillon ente 1 .178 Y 1.182, que depende a su vez de la tradición de Quinto Curcio. El autor español usa, además, otrasfuentes secundarias: El "Roman d'Alexandre" y la "historia de Proeliis". García Gómez por su parte ha estudiado los elementos arábigos que el autor incorpora a su poema.
En cuanto a la lengua, la opinión más generalizada opina que es el castellano, aunque otros investigadores, como Menéndez Pidal y Corominas, piensan que la lengua originaria fue el leonés. Emilio Alarcos considera que la lengua primitiva fue el castellano, atribuyendo los dialectalismos a los copistas posteriores. Además dice que las palabras que a primera vista no parecen peculiares de Castilla deben estimarse como arcaísmos precastellanos.
Una gran parte de la obra está constituida por asuntos ajenos al núcleo central del relato, y es a causa de estasdigresiones supuestamente innecesarias por lo que su estructura fue criticada durante tiempo por los investigadores, pero últimamente esta estructura está siendo considerada como sutil, coherente y eficaz, como un factor fundamental que pone el poema español por encima de casi todas las obras medievales sobre el tema.
La más importante de todas las digresiones es la narración de la guerra de Troya (1.688 versos), que forma un relato independiente y que es el primer paradigma de las leyendas troyanas en la literatura española.
Alexandre es presentado como paradigma del caballero perfecto, y el saber es componente básico de su personalidad y elemento estructural, lo cual supone una unión de caballería y clerecía, armas y letras. Sin embargo, la soberbia del protagonista, mal vista por Dios, precipita su muerte, y el poeta saca unas consecuencias morales.
Sigue habiendo discusiones sobre la actitud que manifiesta el autor con respecto a su personaje. Bly y Deyermond sostienen que el autor soslaya el problema de la culpabilidad o no de Alejandro, y lo que hace es presentar el destino de su héroe como ejemplo de la caída de las glorias mundanas.
Como en todas las obras del mester de clerecía hay un sentido didáctico-moral, pero no sólo religioso (mostrar el pecado de soberbia de Alexandre), sino también profano, que se basa en las digresiones ilustradoras para los oyentes.
En cuanto a los anacronismos que siempre se le han imputado al poema, comenta Deyermond que la actualización medieval de la antigüedad clásica no supone un ingenuo exotismo, sino un plan deliberadamente encaminado a facilitar la comprensión de la obra a sus lectores contemporáneos.
En cuanto a la métrica, Alarcos considera que las irregularidades se deben a errores de los copistas mientras que Henríquez Ureña dice que se deben al octosílabo que ya entonces comenzaba a hacer sentir su influjo.
2.3. POEMA DE FERNÁN GONZÁLEZ.
Se trata de la única obra de clerecía que se ocupa de un tema épico con un héroe nacional. Precisamente la combinación de técnica y espíritu de clerecía con el tema épico, al lado de fórmulas y recursos propios de la épica popular hacen de esta obra un caso de especial interés como fusión de ambos mesteres. Su finalidad es la de lograr que otros emulen la generosidad del conde castellano, y de atraer asimismo peregrinos al monasterio de Arlanza. De todas maneras, Deyermond opina que "El Poema de Fernán González" tipifica el uso de materiales épicos subordinándolo a intereses religiosos, lo que explica que no siempre se haya advertido que constituye en sí mismo, y a pesar de su métrica, un verdadero poema épico. Por su parte M. T. Lida lo califica de "epopeya clerical", y para J. B. Avalle-Arce nos encontramos ante "un tema épico cuya única forma antigua es culta, erudita y clerical".
En la Biblioteca de El Escorial se encuentra el único manuscrito conservado, que es una copia tardía del XV en la que han intervenido dos copistas. Además, está incompleto, pues faltan versos y estrofas enteras, contiene diversos errores y el lenguaje se moderniza.
Las lagunas han podido suplirse en parte por las prosificaciones, sobre todo por la "Primera Crónica General", y además tenemos noticias de otros tres códices, hoy perdidos.
En cuanto al posible autor, la crítica viene aceptando en general la opinión de Amador de los Ríos que supuso que se trataba de un monje de San Pedro de Arlanza, basándose en el detenimiento con que se narran las donaciones del Conde a este monasterio, en el hecho de que Fernán González le confía la guarda de sus restos y en otra serie de detalles.
Se ha logrado fecharlo con bastante aproximación. Menéndez Pidal lo supuso de hacia 1240, y poco más tarde concretó la fecha en 1250. Es posterior a Berceo y al "Libro de Alexandre", de los que tiene algunos influjos.
En cuanto a las fuentes, además de los influjos arriba reseñados, se utiliza la Biblia con frecuencia, y, entre las obras medievales, las de Isidoro de Sevilla, Lucas de Tuy, el "Liber Regum". Incluso hay reminiscencias del "Poema de Mio Cid" y la "Chanson de Roland".
En el poema se mezclan datos históricos, elementos novelescos y elementos fabulosos. Comienza haciendo un resumen de la Historia de España en la época goda, habla de la invasión musulmana y de algunos reyes y caudillos cristianos. Luego entra en la genealogía de Fernán González, que a partir de aquí pasa a ocupar el primer plano del Poema, narrando su educación y sus batallas y conquistas. El poema se interrumpe en la estrofa 752.
Según Gimeno Casalduero se estructura en tres partes:
Históricamente se conocen pocos datos que sean rigurosamente ciertos sobre Fernán González, nacido hacia el 915 y muerto a principios del 970. El paso de la historia a la leyenda se hizo pronto y aquélla quedó irreconocible.
Es probable que la unión de historia y leyenda pueda provenir en parte del origen épico del tema unido a una intencionalidad poética que es parecida a la finalidad épica: Lo que el autor pretende es exaltar al héroe de la independencia castellana y cantar a Castilla como núcleo central y originario de España. De este modo, el castellanismo se convierte en carácter inseparable de la obra. Además, el ser el Conde prototipo de Castilla debe reunir las cualidades típicas de un héroe castellano: es religioso, gran guerrero, amante de la justicia y de la igualdad, generoso, etc.
2.4.CASTIGOS Y EJEMPLOS DE CATON.
Esta obrita corta pertenece a la segunda mitad del siglo XIII, y está escrita en la métrica propia del mester de clerecía, aunque está ligada a la literatura gnómica. Estos castigos y ejemplos están relacionados con las muchas refundiciones que se hicieron del pseudo-Catón. Esta obra debió de gozar de cierta difusión, pues todavía en el siglo XVI circulaba en pliegos sueltos.
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3. GONZALO DE BERCEO.
A) DATOS SOBRE SU VIDA.
Gonzalo de Berceo es el primer poeta castellano de nombre conocido, pero son muy pocos los datos que tenemos sobre su vida.
Nació en los últimos años del siglo XII, probablemente hacia 1198 en Berceo (Rioja Alta), lugar cercano al monasterio de San Millán de la Cogolla, donde se educó como él mismo nos dice en sus obras. Desde el año 1220 hay documentos en los que aparece su nombre. Sobre la fecha de su muerte no tenemos datos concretos, aunque sabemos que vivía todavía en 1252.
Toda la obra de Berceo gira alrededor de la temática religiosa, aunque con una cierta variedad: liturgia, culto mariano, leyendas e historias piadosas.
Su lengua es la común de la Rioja Alta, relacionada con el navarroaragonés y el castellano del norte. También recoge formas arcaicas y vulgares, catalanismos, provenzalismos, cultismos y frases latinas. Precisamente por el uso que hace del habla familiar y locuciones vulgares siempre se ha considerado su lenguaje como prosaico, aunque precisamente su encanto está en haber elevado lo cotidiano y vulgar al grado de poesía.
Como ya hemos señalado en las características generales del mester de clerecía, Berceo manifiesta un gran interés por ceñirse a las fuentes, y así dice constantemente. Sin embargo, a pesar de esta sumisión, añade y suprime elementos y utiliza una serie de recursos literarios dentro de los "topoi" medievales, aunque otras veces incorpora elementos que ha observado en la realidad. Precisamente la ampliación a la fuente no supone, por lo general, conocimientos eruditos, sino elementos personales que hacen de él un autor más cercano a nosotros.
En los poemas de este escritor hay utilización de recursos juglarescos, lo que llevó a decir a Menéndez Pidal que iban dirigidos al mismo auditorio que el de los juglares; con una postura totalmente opuesta, Gicovate sostiene que se dirigían a un público selecto y aristocrático. Más probable parece la opinión de Cirot que considera que escribía para sus amigos, para los agentes de la parroquia y para los propios monjes del monasterio.
Otra cuestión interesante es la de la intencionalidad de su obra, pues según las conclusiones de Brian Dutton no puede mantenerse la imagen clásica de Berceo como un clérigo ingenuo y casi ignorante. Dutton viene a afirmar que las obras de Berceo, más concretamente las hagiográficas, tienen como finalidad una propaganda de los monasterios de San Millán y de Silos para producirles beneficios.
C) RASGOS ESTILÍSTICOS.
Berceo es un poeta de doble vertiente. Su arte es de compromiso: Popular y culto a un mismo tiempo. Lo popular constituye la entraña misma de su obra. Abundan los refranes, modismos, expresiones y palabras sacadas del mismo hondón del pueblo. Pero también es culto: Intenta transmitir una cultura. Por su obra discurre, junto a la vena de lo popular, un caudal inapreciable de artificios literario. Está preocupado por las formas, por instinto o por educación, pero con un desvelo y una inquietud estética indudable.
1. Realismo: El realismo de Berceo no hay que buscarlo en episodios macabros, sino en la vida sencilla de los conventos y en ese abigarrado mundo religioso que desfila por sus obras: Monjes y abades; santos y pecadores; enfermos y moribundos; desesperados, penitentes; condenados y demonios.
2. Afectividad: Trata a sus personajes con cariño. El diminutivo de Berceo entraña una función emocional, más bien que una noción de empequeñecimiento. Repetidamente, para expresar la idea de pequeñez, como si no les bastara el diminutivo de esfuerzo, potenciando con otras palabras la función disminuidora. El "Duelo" es quizá el poema más emotivo de Berceo. Abundan en él las expresiones y los momentos extremos de su lírica pasión.
3. Humor: Menéndez Pelayo afirma que el humor es una constante en las vidas de santos durante la Edad Media. En el humor de Berceo hay ciertas socarronerías. De cualquier modo es ingenuo, muy distinto al del Arcipreste de Hita. Berceo va sembrando sus historias de optimismo.
4. El público: R. Menéndez Pidal sostiene que el público de Berceo era el mismo que el del Mester de Juglaría, lo cual no es del todo exacto. Berceo no se dirigía a los peregrinos extranjeros, sino a los españoles del Camino de Santiago. Gente humilde, pobre, de su propio pueblo, amigos, compañeros y en gran medida gentes incultas. Berceo pensó, más que en la clientela de "lectores", en un público de "oyentes", en una extraña y gozosa catequesis en verso. Más que escribir para el público que lee, lee él en voz alta a un público que está escuchando. El público de Berceo está siempre presente en su poesía.
5. Presencia del autor: Berceo está presente en su obra con una presencia dinámica y comunicativa, casi física. Continuamente aparece su persona. Él encauza y gobierna la dirección de la obra.
6. Amor por las fuentes escritas: Berceo se encierra estrechamente dentro del embrujo de las fuentes escritas, en las que ciegamente cree. Tiene verdadera pasión por ellas, lo que le da seguridad en sus opiniones. Desconfía de lo no escrito. Su apelación reiterada a que le crean, porque él no cuenta más que lo que ha visto escrito.
7. La naturaleza de Berceo: La naturaleza de Berceo está en función de algo. Los astros (sol, luna, estrella) se aúnan con perfecta ordenación a las distintas situaciones de gozo o tristeza de la narración del texto. Las tormentas, los vientos, la nieve y las heladas afloran insistentes y preocupantes en la obra de Berceo. De ahí sus plegarias por los "tiempos bonos". La nómina de los animales de Berceo es abundante y variada. El demonio es una sátira, más temible por su figura repugnante que por sus gestos.
Hay en Berceo un trasfondo agrario y campesino que no se da en otros poemas al mismo tiempo. El lirio y la rosa, únicas flores de Berceo, no está allí en el campo o en el huerto para poner su nota de color, sino que son más bien un objeto bello, que viene muy bien como elemento comparativo para resaltar la hermosura de algo. No es poeta colorista. Tres veces se detiene Berceo ante un "Iocus amoenus" y en las tres coincide en el paisaje alegórico, con sentido trascendente: El paisaje de Berceo termina casi donde termina la alegoría. A pesar de sus escasos conocimientos geográficos tiene sentido claro de la unidad física y espiritual de España.
Los tópicos medievales (juglares o no) invaden también la obra de Berceo. A pesar de su esmero en el recuento silábico, a pesar de su fortuna en la "nueva maestría", se considera a veces un juglar, un trovador, e insiste más que en separar su arte del de los juglares, en distinguir su "román paladino" del arte más difícil de la lengua latina, del "encerrado ladino".
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